Descripción
Desde la investidura de Trump, el panorama migratorio en Latinoamérica ha cambiado. Mientras los migrantes continúan su arduo viaje hacia el norte, ya sean Venezolanos que sufren la dictadura de Maduro, Hondureños que escapan de pandillas poderosas o millones de familias de todo el mundo que intentan llegar a Estados Unidos en busca de una vida mejor, para muchos, el "sueño americano" se ha perdido.
Con la reciente "big, beautiful bill" aprobada en el Congreso, Estados Unidos está destinando casi 50 mil millones de dólares al muro fronterizo, y miles de millones más a otras políticas migratorias. Sin embargo, los efectos ya han comenzado. Edicson Parra, su esposa y sus cuatro hijos salieron de Venezuela con la esperanza de cruzar a Estados Unidos y ahora se encuentran en un campamento en la Ciudad de México. Edicson dice,
"Quería ir a Estados Unidos, pero el sueño americano ya no existe para nadie. Es mentira. Ahora mismo, están persiguiendo a los migrantes... Puede que sean buenas personas, puede que sean malas personas, pero todos pagan las consecuencias".
Edicson, como muchas familias en México, ha perdido la esperanza de cruzar a Estados Unidos mientras Trump está en el cargo y se encuentra en una situación incierta. En 2022, debido a la saturación de los albergues, se formaron seis campamentos improvisados para migrantes en la Ciudad de México, con más de 3000 personas. Sin embargo, la ciudad ha ido desmantelando cada campamento y ahora solo queda uno.
Las siguientes imágenes son del último campamento para migrantes en la Ciudad de México, donde alrededor de 300 personas viven en refugios de paletas y plástico junto a las vías del tren en el norte de la ciudad. Casi todas las familias y residentes del campamento superaron circunstancias difíciles para tener la oportunidad de llegar a Estados Unidos, pero ahora tienen pocas esperanzas de cruzar la frontera. Algunos esperarán a ver si se abre la frontera, otros. planean emprender el largo viaje de regreso a sus países, mientras muy pocos continúan hasta Estados Unidos, encontrando la manera de mantener vivo su “sueño americano”.
Residentes del campamento migrante se preparan para el día en la madrugada de la Ciudad de México. Este campamento es uno de los seis que se formaron desde 2022, cuando el aumento repentino de la migración en México y la falta de recursos llevaron a los migrantes, principalmente de Venezuela y Honduras, a construir sus propios refugios. Este campamento es el último que queda, ya que todos los demás fueron demolidos recientemente y albergaban a unas 300 personas, en su mayoría familias, casi todas con la intención de llegar a Estados Unidos, hasta la llegada de Trump a la presidencia.
Los refugios del campamento están construidos a lo largo de una vía de tren, por donde pasa tres veces por semana un tren que transporta basura a un vertedero.
Ronel Salazar y su esposa Génesis, con sus dos hijos Matías y Sofía (de izquierda a derecha), cenan afuera de su casa en el campamento migrante. Génesis y Ronel llevan siete años fuera de Venezuela y vivían en Perú cuando decidieron cruzar el largo viaje para intentar a llegar en Estados Unidos. La familia estuvo secuestrada brevemente en Veracruz por una tarifa para cruzar un territorio del cártel. Tras meses de viaje, la familia ha permanecido en el campamento desde abril y planea solicitar asilo en México y quedarse en la Ciudad de México.
Jeyeli Pez trenza el cabello de su hija, Suse (5 años), afuera de su casa en el campamento migrante junto a las vías del tren. Jeyeli, su esposo, Elvis, y sus dos hijos, Suse y Logan (2 años), salieron de Venezuela hace 6 años atras a Colombia y recientemente llegaron a la Ciudad de México con la esperanza de llegar a Estados Unidos.
Joan José González (izquierda) repara la ducha de su casa en el campamento migrante mientras su hijo Matía y su esposa Yoco preparan la cena. Joan José, su esposa Yoco y sus tres hijos, Gael (5 años), Mateo (11 años) y Matía (10 años), salieron de Venezuela hace 5 años y se mudaron a Guayaquil, Ecuador. Tras el aumento de la actividad de los cárteles en Ecuador y su peligrosidad, la familia decidió hacer el viaje al norte con la esperanza de llegar a Estados Unidos. Ahora se encuentran en el campamento migrante de la Ciudad de México, solicitando asilo para permanecer en México.
Ronal Salazar y su esposa Génesis clasifican dulces en la cama de su casa en el campamento. Génesis vende dulces en la calle con sus dos hijos en un semáforo cercano. Gana entre 200 y 400 Pesos Mexicanos al día, unos 10 a 20 USD al día. Ronal trabaja como barbero y corta cabello a la gente del campamento y del los vecinos
La puerta de una de las casas del campamento. El campamento está compuesto principalmente por familias con niños matriculados en una escuela cercana. Hay rumores que la ciudad destruirá el campamento cuando termine el año escolar de los niños en agosto, dejando a muchos migrantes sin un lugar adónde ir.
Roselys Martínez Guevara sostiene a su hijo menor, Samuel, de 3 meses, con una camiseta que dice "Mi primer 4 de Julio". Roselys, su esposo Luis y sus cuatro hijos se autodeportaron de Estados Unidos tras darse cuenta de que Trump sería el próximo presidente. Salieron de Venezuela hace casi 10 años y han vivido en various paises en Sudamérica. La familia cruzó ilegalmente a Estados Unidos hace casi un año y regresó ilegalmente a México, a la espera de ver cómo reingresar al país legalmente.